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martes, 14 de octubre de 2008

Acampada de Octubre

Ayer llegamos de la acampada. Aún se mantiene y flota en el ambiente la ausencia de Pacífico. El día 25 de agosto sigue grabado a fuego, y el 4 de octubre es una fecha muy reciente. Fue un motivo para que mucha gente se apuntara a la acampada. Estuvimos 50, algo inusual de todas todas en esta época del año. Alternamos todo tipo de actividades en un mini campamento. Niños de ocho años -alguno de seis- conviviendo a la perfección con jóvenes de catorce a dieciséis año.

Hemos hecho deporte, dinámicas, creemos haber recuperado la ermita como lugar de reflexión y de encuentro, como espacio que debe quedar exento de otros usos. De los errores se aprende y, siguiendo con las frases hechas, nunca es tarde si la dicha es buena.

Visitamos lo que fue la serrería de Julio, lugar de obligado paso hace años y algunos, en medio de la lluvia, pudimos bajar a ver la maquinaria del molino que se encuentra entre la serrería y el campamento.

Los chozos han quedado como minialmacenes de colchones y los depósitos de agua del almacén se alternan ahora con algún que otro barreño de aceitunas que recogimos la última mañana, donde también aprovechamos para proseguir con la limpieza de la parte de atrás del refugio nuevo.

El mundo friki, la oca o deportes también cubrieron parte del horario. El karaoke dio rienda suelta a nuestras voces. El final, una dinámica de los cuadernos adaptada al lugar y al momento y un ángelus por la mañana muy fresco, muy práctico, movido, pues empezamos en el huerto y terminamos en el comedor, puso el broche a la acampada.